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Foto del escritorLa Inigualable

Cómo detectar si tienes una amistad tóxica

La amistad tóxica nos quita la dignidad y la autoestima. Detectar y poner límites a este tipo de vínculos nos hará ganar en salud y en bienestar.

Una amistad tóxica no está compuesta por una sola persona. Lo tóxico siempre se refiere al menos a dos. En algunos casos, los dos involucrados en este tipo de amistades tienen comportamientos tóxicos evidentes. En otros casos, uno de los dos es un agente activo y el otro es pasivo, casi siempre este último con muy baja autoestima. Lo cierto es que estas no son historias de buenos y malos, sino de vínculos y formas de relacionarse inadecuadas y destructivas. Los orientales tienen una máxima que podría parecer muy obvia, pero que entraña gran sabiduría: “Lo similar busca lo similar”. En las relaciones humanas, consciente e inconscientemente, buscamos y atraemos a quienes tienen fortalezas y debilidades similares a las nuestras. Así, es infrecuente que alguien con elevada salud mental termine involucrándose (de manera permanente) con otra persona muy neurotizada o “tóxica”. Quizás la baja autoestima y continua desvalorización o el trato recibido en la infancia son la causa de que la persona se una a aquel que crea esa amistad tóxica. Sea como sea hay un hecho innegable: la amistad tóxica existe e implica un vínculo destructivo. A veces nos damos cuenta de ello e intentamos hacerle ver a la otra persona los efectos de su comportamiento y la necesidad de generar un cambio. En otras ocasiones, como bien sabemos, no queda más remedio que romperlo, que alejarnos. Lo que sí resulta importante es aprender a identificar cuáles son esos síntomas que revelan una relación inadecuada.

“Lo que hace indisoluble a las amistades y dobla su encanto, es un sentimiento que le falta al amor, la certeza”. -Honoré de Balzac-
En una amistad tóxica hay descalificaciones sistemáticas

Robert Sternberg, reconocido psicólogo especialista en materia de inteligencia y personalidad, realizó un estudio hace muy poco sobre este tema. Así, en su artículo titulado “Sabiduría, insensatez y toxicidad en el desarrollo humano”, señaló que los comportamientos tóxicos son a día de hoy tan comunes como destructivos. Se da en casi cualquier escenario social: en el trabajo, en la familia, en la escuela y por supuesto, entre grupos de amigos. La amistad tóxica es usual entre personas de baja autoestima. Uno de los aspectos más nocivos de este tipo de vínculos es que las descalificaciones no se dicen de manera expresa, sino de forma encubierta. Si se dijeran abiertamente, posiblemente llevarían a un alejamiento. Por eso se emplea el recurso de las sutilezas, las ironías, los sarcasmos y los mensajes entre líneas. El contenido de esos mensajes es agresivo. Buscan disminuir el valor de la otra persona o de sus logros. En una amistad tóxica hay una ambivalencia: se es amigo y enemigo a la vez. Hay cercanía y distancia al mismo tiempo. Para sostener ese doble juego se recurre a la crítica soterrada. Lo usual es que venga de ambos lados y que se mantenga en el tiempo. Las dos personas se están haciendo daño, pero logran encubrirlo.


¿Amistad o asociación para delinquir?

Hay amigos con los que siempre que te encuentras terminas trasgrediendo alguna norma. En particular, hay personas cuya relación se basa en el consumo de alcohol o de algún otro psicoactivo. También caben los casos en que el vínculo se mantiene para encubrir infidelidades con las parejas, eludir obligaciones o incurrir en algún exceso. En este caso se trata de una complicidad en el sentido negativo del término. Son lo que se conoce como “malas compañías”. En referencia al estudio realizado por Robert Sternberg, se señala por ejemplo que una parte de las personas tóxicas presentan lo que se conoce como tríada oscura. Es decir, en su personalidad pueden habitar rasgos narcisistas, maquiavélicos e incluso psicópatas. Estas personas no se interesan en ningún momento por el bienestar del otro. Simplemente utilizan a los demás para obtener algún beneficio, algún objetivo.

Te sientes mal reiterativamente

Un síntoma inequívoco de una amistad tóxica es la sensación que te queda impregnada después de pasar un rato con esa persona. A veces percibes una especie de pesadez. Te sientes emocionalmente agotado. Quizás experimentas algo de irritación, pero no identificas claramente la causa. También se da el caso de que te sientas culpable o triste. El comportamiento tóxico desgasta lenta y progresivamente. Ser conscientes de ello es sin duda esencial, de lo contrario se irá vulnerando nuestra autoestima hasta sentirnos vacíos, hasta quedar bajo las redes de un personalidad emocionalmente dañina.


Todo gira en torno a una visión negativa

Hay amigas y amigos que se reúnen en torno a algo negativo. A veces tiene que ver con una crítica mordaz hacia los otros. En este tipo de amistades tóxicas pululan los chismes, las intrigas y la maledicencia acerca de los demás. Lo que se comparte es un punto de vista que denigra, que nutre conflictos preexistentes. Se refuerzan mutuamente esta actitud y eso los une. En otros casos, lo que prima es el tema de las quejas. No es tanto que el uno busque el hombro del otro para llorar. De lo que se trata más bien es de pelearse para ver quién ocupa mejor el lugar de la víctima o de reforzarse mutuamente el victimismo.

Miran y remiran sus dificultades y se lamentan de ellas, pero no adoptan una actitud de superarlas. Todo lo contrario. Aman sus heridas y se las cuidan mutuamente, pero no les interesa resolverlas.


No hay reciprocidad

Una amistad sana supone reciprocidad y equilibrio. Esto mismo es lo que nos demuestra un estudio llevado cabo en la Universidad de Texas llevado a cabo por los psicólogos Valerian Wilson y Alan L. Sin embargo, hay personas que solo buscan a sus amigos solo para obtener algo a cambio. Se asumen a sí mismos como alguien que necesita mucho de los demás.

  • En esa lógica, por supuesto, los demás tienen adquirida la obligación implícita de dar. En muchos casos no se dan cuenta de que son así, porque su egocentrismo lo impide.

  • La falta de reciprocidad se manifiesta cuando, por ejemplo, es solo uno el que habla, mientras que el otro solo debe escuchar.

  • O cuando uno de los dos siente que sus problemas son definitivamente más importantes y prioritarios que los del otro. También en los casos en que cuando alguien está en problemas, su amigo desaparece. Solo cuentas con él cuando todo marcha a la perfección.

Una amistad tóxica quita mucho más de lo que da. En realidad, poco tiene que ver con la amistad. Quizás haya una genuina simpatía mutua, pero la forma como se estructura el vínculo y/o se lleva la relación, hace que sea nociva para ambos.

No solo la otra persona es el problema, también lo es quien tolera ese tipo de relaciones pasivamente.

Siempre terminamos pareciéndonos un poco a las personas de las cuales nos rodeamos. Si nuestro objetivo es ser cada vez mejores, crecer y proteger nuestro bienestar, es importante que elijamos bien el tipo de personas con las que construimos una amistad.


Fuente: Psic. Sergio De Dios González Fotos: Internet

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