Estudios de distintas disciplinas han demostrado que la infancia es crucial para el desarrollo de las personas, pues cuando somos niños empezamos a abrir los ojos por primera vez al mundo que nos rodea, a empaparnos de aquello que nos es a priori desconocido y, sobre todo, a ganar en valores que construyan el mañana.
Estudios de distintas disciplinas han demostrado que la infancia es crucial para el desarrollo de las personas, pues cuando somos niños empezamos a abrir los ojos por primera vez al mundo que nos rodea, a empaparnos de aquello que nos es a priori desconocido y, sobre todo, a ganar en valores que construyan el mañana. Por esta ello, existen razones de peso para pensar que el futuro de los niños está siempre en sus presentes más cercanos ya que para los pequeños la infancia temprana supone todo un viaje lleno de descubrimientos que les van permitiendo crecer, alejados de la rutina y las responsabilidades de la edad adulta.
Esto además, llegada la adolescencia da pie a la formación de su carácter, de manera que empiezan a ser capaces de elaborar un juicio propio ante los acontecimientos. A continuación te invitamos a reflexionar sobre ello.
No existen calendarios para los niños
Decía un escritor estadounidense que, en el momento en el que comenzamos a preocuparnos por nuestro futuro dejamos atrás la infancia. Quizá ahí está la explicación a por qué muchos adultos la han perdido, por desgracia, antes de tiempo. Los niños exprimen su día a día de una manera más bien atemporal con unos espacios que no son del todo racionales: sus mentes les llevan a establecer un calendario abstracto marcado por los cumpleaños de clase, la emisión de sus dibujos favoritos o la ilusión de ir a jugar a casa de un amigo, por ejemplo. Cuando los niños comienzan a cambiar sus calendarios por los nuestros es como si en cierta medida sujetaran las alas de su imaginación y su las de creatividad, teniendo de alguna manera que poner los pies en la tierra.
“La infancia es una etapa maravillosa. No hay pasado, no hay futuro; solo un presente que se mira con inocencia e ilusión” -Carla Montero-
La primera razón por la que el presente infantil es su futuro es precisamente este universo paralelo, tan bello y cargado de sueños. Los padres saben mejor que nadie la importancia de esta construcción porque, si fueron felices, algunas veces ellos también regresan a él para respirar y volver a sentirse niños.
Días largos, pero llenos de experiencias nuevas
Durante todas nuestras etapas vitales tenemos días largos, algunos incluso los podríamos bautizar como demasiado largos y cargados de responsabilidades. Sin embargo, los días de los niños son largos pero llenos de experiencias nuevas para su aprendizaje. Recogemos a continuación algunos puntos claves al respecto:
La importancia del juego y la exploración: los niños tienen sus propios ritmos de desarrollo en los que influyen positivamente los tiempos lúdicos. Es importante conocer que adaptando los juegos a las edades, los más pequeños pueden aprender y desarrollar sus competencias mientras se divierten.
Las primeras conexiones cerebrales: durante la infancia las posibilidades de conexiones neuronales son ilimitadas y van disminuyendo a medida que crecemos. Así, a partir de los 14 años aproximadamente, lo que aprendemos lo hacemos en base a conexiones establecidas en años previos. Es, en definitiva, el periodo de desarrollo mental más intenso.
Se potencian las capacidades: cuanto más estimulante sea el día a día del niño, mayor va ser también el desarrollo de sus capacidades a nivel lingüístico, cognitivo, emocional o físico. Por ejemplo, los padres ven como sus hijos despliegan sus herramientas para la expresión de los sentimientos y el afecto.
“La infancia no es una etapa de la vida: es un mundo completo, autónomo, poético y también cruel” -Ana María Matute-
Se descubre la cultura y construye su identidad: nos educamos dentro de un determinado lugar que nos conduce a conocer sus costumbres, su modo de vida y sumergirnos en él como ciudadanos. La infancia es importante para la inmersión social, pero también para educar al niño en la apertura a la tolerancia de otras sociedades diferentes.
La infancia enseña los lazos más sanos y verdaderos
Los lazos más sanos y verdaderos que se crean a lo largo de la vida normalmente se dan en la infancia porque es la etapa de la inocencia y de la espontaneidad: con una sinceridad ingenua los niños hacen amigos y dedican su tiempo a crecer y jugar con ellos.
“Éramos niños que habíamos aprendido a gatear juntos, y eso tampoco iba a cambiarlo ninguna historia, etnia, sociedad o religión. Pasé la mayor parte de mis primeros doce años de vida jugando con Hassan” -Khaled Hosseini en Cometas en el cielo–
Lo que se aprende con esas amistades de la infancia está lejos de los intereses y las picardías de las relaciones adultas y marcan la manera en la que nos socializamos con los años. Por eso, a nivel interpersonal también es importante pensar que el futuro de los niños es el hoy, porque será la base sobre la que se asiente sus contactos del mañana.
Fuente: Psic. Gema Sánchez Cuevas Fotos: Internet
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