A veces, hay quien se comunica tal y como vive: de manera acelerada. Así, detrás de esas personas que hablan de forma rápida y atropellada se esconden fenómenos muy diferentes, como la ansiedad, la falta de control o de claridad en el pensamiento.
Cada uno de nosotros tenemos una forma particular de comunicar. Ahora bien, las personas que hablan rápido no siempre logran transmitir sus mensajes de manera efectiva y, lo que es más importante, suelen generar en el emisor cierta sensación de estrés, confusión y una mayor dificultad a la hora de entender lo que se les está diciendo. Se trata además de un estilo de comunicación del que se pueden deducir varios aspectos.
En primer lugar, hablar rápido no tiene por qué responder a un trastorno psicológico. En ocasiones, podemos encontrarnos ante algún trastorno del habla como la taquilalia, que define a esas personas con un discurso excesivamente rápido, con atropellamiento de las palabras y con pausas o repeticiones que complican aún más el flujo rítmico del habla.
La causa que explica este tipo de comunicación responde en muchos casos a la ansiedad y a estresores en los contextos próximos, algo que sucede muchas veces durante la infancia. Por tanto, si conocemos a alguien que usa de forma habitual este tipo de discurso, tengamos un poco más de paciencia.
Si somos nosotros mismos quienes nos comunicamos de manera acelerada, vale la pena tener en cuenta una serie de datos y estrategias.
“No puedes no comunicar”. -Paul Watzlawick-
Personas que hablan rápido, ¿por qué lo hacen?
Hay quien piensa que las personas que hablan rápido podrían tener alguna virtud que los diferenciara de los demás. Hablar rápido podría significar, por ejemplo, que «piensan igual de rápido», también que podrían ser grandes oradores al dar discursos con un gran número de datos e información. Sin embargo, la ciencia ya nos ha señalado que esto no siempre es así.
Para empezar, hablar rápido no significa que se hable con fluidez. Asimismo, quien comunica de manera acelerada no siempre da tiempo a que su audiencia llegue a digerir toda la información que se transmite. Esto es al menos lo que nos señalan expertos como Florence Myers, patóloga de los trastornos del habla de la Universidad de Maryland.
Las personas que hablan rápido, por término medio, suelen arrastrar los siguientes lastres:
Alteraciones en el tono de voz. En ocasiones pueden hablar demasiado alto o al poco, hacer uso de un tono más bajo que dificulta la comprensión.
Problemas a la hora de articular, se cometen errores al pronunciar algunas palabras.
Uso de rellenos en el discurso (ah, em…) así como las repeticiones (es decir, quiero decir, así que…).
Los aspectos más importantes del mensaje, es decir, el tema central que se quiere comunicar, pasa desapercibido.
El oyente no llega a comprender todo el discurso de las personas que hablan rápido. Además, es común que le dé menos valor y que se experimente cierto estrés por ese estilo de comunicación tan rápida.
Causas de este estilo de comunicación
El origen de ese discurso excepcionalmente rápido es multidimensional. Es decir, no hay una sola causa, en realidad, hay diferentes factores que pueden explicarnos por qué ocurre (o por qué nos ocurre). Son las siguientes:
Condicionamiento desde la infancia. Hay pequeños que se sienten socialmente presionados desde edades tempranas a hablar de forma rápida. Tener hermanos muy traviesos o incluso tener progenitores que también hablan rápido suele definir este estilo comunicativo.
La personalidad extrovertida presenta en determinadas ocasiones esta característica. Es un perfil donde se tiende a pensar mientras se habla, donde prima la impulsividad y esas ideas que se atropellan unas a otras y que se expresan casi sin filtro.
Un tercer factor, el más común en ocasiones, es la mente acelerada. En ocasiones, llevar un día a día marcado por las prisas, la ansiedad y la presión, hace que terminemos comunicándonos de manera nerviosa. Tal y como suele decirse, hay personas que se comunican tal y como viven: de manera estresante.
Taquilalia: un trastorno del habla
En algunos casos, el habla acelerada puede deberse a una trastorno del habla conocido como taquilalia. Este se caracteriza por la omisión de sonidos y sílabas al emitir las palabras, así como una descoordinación respiratoria. Por tanto, el lenguaje de estas personas suele ser incomprensible.
La taquilalia puede aparecer a cualquier edad, sin embargo, suele ser más común en niños. La causa principal de esta afección es una descoordinación entre el cerebro y la capacidad de movimiento de los órganos del habla. Sin embargo, también puede deberse a factores neurológicos y hereditarios, en donde se produce una descoordinación entre la conexión del sistema nervioso con las áreas del lenguaje del cuerpo.
Para estos casos, el tratamiento más efectivo es la logopedia infantil, la cual aborda y fortalece el autocontrol por parte del niño. Además, se estimula al infante con ejercicios de respiración para controlar el diafragma, y ejercicios de relajación para ordenar las ideas.
¿Qué podemos hacer para reducir el habla acelerada?
Todos queremos comunicarnos de manera efectiva. Hablar con eficacia es hacer llegar nuestro mensaje de manera adecuada, cercana y hasta cautivadora. Así, quien lo hace de manera rápida y precipitada no solo genera en los demás cierta ansiedad o dificultades para comprender lo que se dice. También, fruto de la inercia, puede terminar compartiendo pensamientos que en realidad le gustaría mantener en privado.
Por tanto, las personas que hablan rápido deberían aprender no solo a bajar el ritmo. También a aplicar un pensamiento algo más reflexivo y menos impulsivo, donde poder sentirse poco a poco más competentes y con mayor autocontrol. Estas serían algunas claves:
Gestión emocional. Tal y como venimos señalando, esta forma de comunicación viene mediada por nuestras emociones y, en concreto, por la ansiedad derivada de nuestro estilo de vida. Por ello, a veces no basta solo con bajar el ritmo, hay que establecer un control sobre la ansiedad, el estrés, la impulsividad.
Control de la respiración. Técnicas, como la respiración profunda o la relajación progresiva de Jacobson, pueden ayudarnos a entrenar la calma interna para mejorar el ritmo de nuestra comunicación.
Piensa como oyente. Cuando te estés comunicando con alguien, entrena tu pensamiento para establecer pausas. En esos instantes donde aprovechar para tomar aire, pregúntate si aquello que estás diciendo está llegando al emisor. Repítete a ti mismo, que comunicar despacio siempre es mejor.
Controla la velocidad de habla. Cuando perciba que está hablando «a un kilómetro por minuto», simplemente haga una pausa o disminuya la velocidad. Dígase a sí mismo o al oyente: «Estoy hablando demasiado rápido. Déjame reducir la velocidad».
Agregue pausas en los momentos apropiados. Muchas personas que hablan demasiado rápido se saltan los lugares donde las pausas tendrían sentido en una conversación normal. Esto incluye entre oraciones, después de una información importante y cuando cambia el tema. Trate de hacer un esfuerzo consciente para agregar más pausas mientras habla
Enuncia claramente cada palabra. Uno de los mayores problemas para las personas que hablan rápido es que a menudo confunden las palabras de una manera que puede ser difícil de entender. Dedica algo de tiempo a practicar cómo pronuncias las palabras, especialmente cuando las unes en una oración
Pide a los demás que te avisen si hablas rápido. A veces, lo hacemos casi sin darnos cuenta, aceleramos el discurso y el habla se vuelve atropellada (sobre todo si estamos nerviosos). Por ello, nunca está de más señalarle a las personas que tenemos esa tendencia y que agradeceríamos sin duda que nos avisaran. En caso de que nos den el «toque», bajamos el ritmo.
Grábate hablando. Mucha gente tiene problemas para escuchar los problemas que cometen al hablar. Grábate mientras conversas con alguien y luego reproduce el audio estés solo. Tómate un tiempo para analizar lo que escuchas. Intenta practicar el mismo discurso y practica la desaceleración, especialmente en esos momentos donde hablaste muy rápido.
Para concluir, tal y como hemos señalado al inicio, las personas que hablan rápido no siempre padecen un trastorno. La mayor parte de las veces se trata de una conducta comunicativa que podemos controlar siendo conscientes de ello. Vale la pena tenerlo en cuenta.
Fuente: Psic. Valeria Savater Fotos: Internet
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