¿Inviertes una buena dosis de energía en complacer los deseos de otras personas? ¿Abandonas tus necesidades para satisfacer las de los demás? ¿Eres una persona sumisa? Descubre cuáles son los rasgos psicológicos de este perfil.
Quienes tiene una personalidad sumisa se caracterizan por abandonar lo que realmente quieren para complacer a otras personas. Se someten voluntariamente a la autoridad y a la dominación de los demás, y tienden a confiar en las personas de su entorno para satisfacer sus propias necesidades. Esta forma de posicionarse frente a los acontecimientos vitales hace que a menudo se sientan impotentes y les resulte difícil tomar decisiones cotidianas, ya que se sienten incapaces. El sentido de sus vidas lo construyen alrededor de la dependencia, entregando su voluntad a otros. La falta de confianza en sí mismos les lleva a renunciar a su propia identidad y anhelos con tal de hacer algo por alguien. Las personas sumisas no intentan obtener gratificaciones al ofrecer sus vidas a otros, sino ser aceptadas y amadas. En este artículo, veremos cuáles son los rasgos psicológicos de la manera de ser y actuar de quienes presentan este tipo de personalidad.
Cómo son las personas sumisas
Hay varias características psicológicas que definen a una persona sumisa. A continuación, destacaremos nueve rasgos, de acuerdo con el estudio de la personalidad de Millon y Davis (1998).
1. Incompetencia
Uno de los rasgos principales de las personas sumisas es falta de confianza en sí mismas. Tienden a ser colaboradoras, conformistas y poco asertivas. Evitan a toda costa ser el centro de atención y su red de amigos los perciben como reflexivas, generosas y halagadoras. Las personas a su alrededor suelen quedar impresionadas por su humildad, cordialidad, gentileza y delicadeza. Sin embargo, detrás de esta afabilidad hay un deseo de aceptación y aprobación. Esta necesidad se observa claramente cuando se enfrenta a condiciones estresantes, ante las cuales se muestran indefensos. La disposición sentimental y sensible que los caracteriza puede llevarlas a ser extremadamente conciliadoras y a sacrificarse en exceso en sus relaciones interpersonales. Las personalidades sumisas tienen baja autoconfianza.
2. Indefensión
Las personas sumisas aprenden a vincularse con los demás fundiendo su identidad con ellos, negando sus diferencias y evitando expresiones de poder. Al mostrarse como indefensas y débiles consiguen la protección, el cuidado y el afecto que buscan al someterse a la voluntad de los demás. Los sumisos se perciben como indefensos e incapaces, por eso, desplazan sus responsabilidades en favor de los otros y dejan en manos de estos sus propios asuntos. Ellos creen que los demás están mejor preparados para afrontar los retos y las dificultades que la vida les presenta.
3. Ingenuidad
Otro rasgo de los individuos con personalidad sumisa es su limitada conciencia de sí mismos y de los demás. Son poco introspectivos en relación con los problemas que los rodean y tienden a ser ingenuos y poco críticos. Generalmente, ven siempre las cosas buenas o agradables de las cosas. La ingenuidad los lleva a ser personas sencillas, inocentes y poco maduras. Creen en lo que las demás personas les dicen para no entrar en conflicto con ellas, aunque se sientan tratadas de manera injusta.
4. Ineptitud
Las personas sumisas se ven a sí mismas como débiles y frágiles cuando se sienten solas. Tienden a subvalorar sus creencias y logros. Cuando se comparan con otros, minimizan sus atributos y resaltan su inferioridad y sus defectos. Este patrón de autodesprecio puede comprenderse como una estrategia que ellos emplean para hacer sentir a los demás como queridos y valorados. Esto les sirve para conseguir su aceptación, ya que los ubica en una posición superior en la cual los demás se sienten halagados.
5. Inmadurez
Otro rasgo de las personas sumisas o dependientes es que sus ideas tienden a carecer de sofisticación y a ser un poco infantiles. Continuamente, se sienten impulsados a admirar, amar y tener voluntad de darlo todo, pues es la única manera que ven de evocar el cuidado y afecto de los demás. Debido a su inmadurez, la mayoría de las personalidades sumisas han aprendido que son inferiores y son capaces de brindarles a sus “superiores” la sensación de utilidad, fortaleza, comprensión y competencia.
6. Introyección/negación
La indefensión e incapacidad de los sumisos provoca en ellos sentimientos de vacío y de miedo a quedarse solos. El mecanismo de defensa que ellos usan para afrontar estas sensaciones es a la introyección. A través de ella internalizan las creencias y los valores de las demás personas. Al alienarse con la identidad y las competencias de otras personas, evitan la ansiedad que les produce su propia impotencia. La negación también es otro mecanismo característico de los sujetos con personalidad sumisa. Esto se observa en la ingenuidad de sus pensamientos. Ellos siempre suavizan el malestar interpersonal y el estrés que les genera. El modo de hablar que utilizan suele ser dulce y empalagoso, con lo cual ocultan (o niegan) cualquier tipo de agresividad.
7. Introversión y timidez
Debido a que las personas sumisas reprimen sus deseos, sentimientos y emociones para agradar a otros y ganar su aceptación y protección, suelen acabar siendo tímidos. Esto lo hacen para evitar los conflictos que pueden generar las relaciones sociales.
8. Dependencia emocional
Al tener una personalidad sumisa, los individuos tienden a buscar a una persona dominante para cederles la responsabilidad. Tanto es así que en muchas ocasiones ser sumiso en dependencia emocional hacia los seres queridos con más autoridad. La dependencia emocional impide tener libertad y ser autónomos.
9. Falta de asertividad
Las personas sumisas no hablan de sus puntos de vista, de sus deseos y necesidades. Esto hace que sea muy complicado conocer sus motivaciones y lo que anhelan. Pero ¿por qué no comparten sus intereses? Porque creen que así pueden evitar cualquier conflicto que pueda surgir a partir de ellos. Esto evidencia una clara falta de asertividad.
Para terminar, el estado de estas dimensiones psicológicas, cuando produce sufrimiento, hace necesaria la intervención psicoterapéutica. Este es el primer paso, y quizás el más importante, para que la persona sumisa empiece a confiar en sí misma y en sus capacidades. Asimismo, aprenderá a satisfacer sus propias necesidades, a disfrutar del placer y de la búsqueda de gratificaciones sin renunciar a su identidad para complacer a los demás.
Fuente: Psic. José Padilla Fotos: Internet
Bibliografía
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Chand, S. P., & Marwaha, R. (2022). Anxiety. StatPearls. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK470361/
Millon, T. y Davis, R. D. (1998). Trastornos de la personalidad: más allá del DSM-IV. Masson.
Fricke, M. F. (2010). Autoconciencia e identidad personal. Península, 5(1), 99-118.
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