Amistad es también estar separados sin que nada cambie
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  • Foto del escritorLa Inigualable

Amistad es también estar separados sin que nada cambie

La amistad auténtica no teme el tiempo o las distancias. Cuando hay reciprocidad, compromiso y confianza ese vínculo permanece y nos enriquece.

La amistad auténtica no necesita de una supervisión diaria para saber si hoy el afecto es sincero o ha decaído. No hay presiones ni la obligación de tener que revelar cada pensamiento, cada vivencia en el mismo momento en que algo sucede. Las amistades auténticas que se forjan en la magia de las casualidades, dejan espacio y ofrecen libertades. Porque el vínculo se alimenta con la confianza y con los sentimientos sinceros. Ésos que mismos que nos dicen casi sin palabras, que “yo no te debo nada y te lo debo todo”, “que estoy aquí para ti siempre que lo necesites”. Es posible que a día de hoy aún conserves esa amistad de la infancia. Esa persona con la que compartiste aventuras de colegio, tardes de carreras, juegos y bocadillos de chocolate en la calle. O puede que a tu vida, haya llegado alguien nuevo en el momento más indicado. Son relaciones íntimas que las mantienen los afectos íntegros, y en ocasiones, hasta un poco de esa magia inexplicable que albergan los corazones que conectan entre sí casi sin saber por qué. ¿Te ha pasado alguna vez? Me gustan esas amistades que no saben de tiempo y espacio. Personas a las que la vida separa de tu lado por las razones que sean y que, al cabo de los meses o años, vuelven a ti con la misma complicidad, como si solo hubiera pasado una hora desde la última vez.

A pesar del tiempo, a pesar de la distancia… Siempre me tendrás aquí

Robert M. Seyfarth y Dorothy L. Cheney, científicos del departamento de psicología y biología de la Universidad de Pennsylvania nos señalan que la amistad favorece nuestra adaptación. Favorece el bienestar, reduce el estrés e incluso mejora la supervivencia. Es más, se ha demostrado incluso que los animales crean lazos de amistad. La vida, por otro lado, da más vueltas que la varilla de un reloj, lo sabemos. Nunca sabemos qué rumbo van a tomar nuestros pasos. Ya sea por razones de trabajo, o por motivos personales al tener nuevas parejas, en ocasiones, nos vemos obligados a poner kilómetros entre nosotros y nuestras amistades.

La vida es movimiento, y solo los que se mueven pueden alcanzar con la punta de los dedos sus sueños. Ahora bien, en ocasiones, ello implica tener que renunciar a cosas: dejamos nuestro hogar, nuestras raíces y también esas amistades del alma.

Seguro que a ti también te ha pasado alguna vez. Es precisamente en esos instantes de cambios y crecimiento personal. cuando descubrimos quiénes son las personas más significativas en nuestra vida.

La distancia clarifica las auténticas relaciones

  • Hay quien necesita de un contacto diario, de una interacción donde sus necesidades se vean saciadas. Valoran esa proximidad casi dependiente donde la interacción sea continua.

  • Esta “fluencia” de interacción y contacto no siempre puede darse, en especial cuando nos vemos obligados a distanciarnos por razones profesionales o personales.

  • Es entonces cuando mayor riesgo existe de perder a muchos de esos amigos que dejamos en nuestros espacios de origen. Aparecen los reproches, el “es que ya no tienes tiempo para mi”, “es que apenas te conectas”, “es que ya no me lo cuentas todo como antes”.

  • Hay amistades que se convierten casi como relaciones de pareja opresivas y tóxicas. Ocasionan presión y sufrimiento.

En cambio, están esas otras personas que entienden y saben respetar. La preocupación y el cariño sigue estando ahí, su afecto es sincero, sabemos que están con nosotros pero no hay obligación de “monitorizar”. No hay necesidad de palabras para comprender que a pesar de la distancia, siguen siendo parte de nosotros mismos.

Amistades efímeras, amistades de corazón de diamante

No debes preocuparte por haber dejado atrás a muchas personas. Es parte de nuestro proceso personal de crecimiento, porque crecer significa ir cargando al final con el menor peso posible en tu mente y el máximo en nuestro corazón.

Las amistades auténticas son muy pocas, pero brillan con el destello de los diamantes: son indestructibles y habitarán contigo cada día de tu vida para darte luz en los días oscuros, y armonía en los instantes de felicidad.

Hay amistades que vienen y van, como el viento tibio del verano. Nos traen sus experiencias, nos alegran y se desvanecen con la delicadeza de un breve perfume, dejándonos sus recuerdos.

  • Hay otras amistades que se tornan en malas vivencias. El mundo también nos salpica en ocasiones de egoísmos, de intereses personales y alguna que otra traición. Así, estudios como el llevado a cabo por el doctor Robert Sternberg, reconocido psicólogo especialista en materia de inteligencia y personalidad, nos señala que los comportamientos tóxicos son a día de hoy comunes y debemos aprender a lidiar con ellos.

  • Ahora bien, las malas vivencias con amistades que en realidad nunca lo fueron, no deben desanimarnos ni hundir nuestras esperanzas. La gente buena existe, y las amistades del alma también.

  • La auténtica amistad se ofrece con libertad y sin compromisos. Y se cuida como un bien preciado, como un habitante más de tu alma que necesita reciprocidad, confianza y gratitud.

Si a día de hoy aún recuerdas a esa amistad que dejaste atrás debido al azar que en ocasiones nos trae la vida, no dudes en volver a contactar con esa persona. Si el cariño siempre fue sincero, si esa intimidad fue tan mágica, gratificante y divertida que aún hoy la recuerdas con una sonrisa, no dudes en recuperarla. Porque para las amistades auténticas no existe el tiempo ni la distancia.


Fuente: Psic. Valeria Sabater Fotos: Cortesía de Jim Joo y Claudia Tremblay / Internet

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