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Inteligencia emocional: la importancia de aplicarla diariamente

La inteligencia emocional es mucho más que un conjunto de enfoques y estrategias que sirven identificar y gestionar mejor nuestras propias emociones.

La inteligencia emocional es mucho más que un conjunto de enfoques y estrategias que sirven identificar y gestionar mejor nuestras propias emociones. Hablamos ante todo de adquirir una auténtica conciencia emocional con la que poder construir relaciones más sólidas y respetuosas, además de ser una llave de poder con la que nos percibirnos más seguros, exitosos, productivos y felices. Todos hemos leído sobre el tema, hemos hecho algún curso o nos han hablado de la Inteligencia Emocional en muchos de esos entornos que conforman nuestra vida social: la escuela, la universidad, el trabajo… Gran parte de la población relaciona este término casi al instante con un nombre, el del psicólogo y divulgador, Daniel Goleman.

“La clave para alcanzar un alto cociente intelectual colectivo es la armonía social” -Daniel Goleman-

Bien, en realidad, mucho antes de que Goleman publicara su conocido libro “Emotional Intelligence” en 1995, este término ya había aparecido en el mundo científico de mano de Michael Beldoch en 1964 y en varios artículos. En ellos, se hablaba de la comunicación y la sensibilidad emocional, de sus implicaciones y de la forma en que determinan nuestras relaciones y personalidad. Desde entonces a esta parte, el tema a avanzado de forma notable, dando lugar a diferentes enfoques y críticas.


Hay muchos expertos que no ven rigurosidad científica en el tema, que no aceptan la idea de que la Inteligencia Emocional sea “otro” tipo de inteligencia, sino un dominio más de la misma, una habilidad. Sin embargo, la implicación que esta perspectiva psicológica, social y motivacional ha tenido en nuestro día a día supera las posibles brechas que puedan o no puedan existir en la teoría de Daniel Goleman.


La Inteligencia Emocional mejora nuestra calidad de vida, las relaciones interpersonales, nuestra autopercepción e incluso nuestra competencia laboral. Es, además, un enfoque que debería vertebrar la mayoría de áreas curriculares de las escuelas, ahí donde educar personas más competentes, seguras y felices. La importancia de aplicar este enfoque y esta conciencia emocional es clave para mejorar nuestra realidad personal y social. Te explicamos por qué.

1. Inteligencia Emocional, la clave para una vida más satisfactoria

Desde nuestras infancias a muchos nos guiaron por el sendero de la contención emocional. Casi sin saberlo, nuestros padres y educadores nos recomendaban aquello de “no llores, que ya eres mayor”, “si estás enfadado, te aguantas” o eso otro tan habitual de “es que te lo tomas todo a la tremenda”. La escasa sensibilidad al mundo emocional propio o ajeno determina aún hoy muchos escenarios en lo que habitamos día a día. En el ámbito familiar sigue muy presente ese hostigamiento para camuflar las emociones, por no hablar también de nuestros trabajos, ahí donde siguen triunfando las organizaciones jerarquizadas encumbradas por lideres enfocados a conseguir objetivos inmediatos y que crean un clima laboral opresivo y estresante. El doctor Goldman nos recuerda que la Inteligencia Emocional está presente en cualquier ámbito relacional, y que tiene a su vez un objetivo esencial: ofrecernos una vida más satisfactoria. Estas serían las claves.


Razones por las que las personas emocionalmente inteligentes son más felices

Imaginemos por un momento la Inteligencia Emocional como una antena. Una antena de doble captación: interna y externa. Gracias a ella aprendemos a conocernos mejor, a comprender el ovillo de nuestras emociones y a su vez, a entender el de los demás.

  • Gracias a la Inteligencia Emocional tenemos una mayor conciencia de nosotros mismos.

  • Manejamos mejor nuestros universos emocionales.

  • Desarrollamos una mejor empatía emocional y cognitiva.

  • Estamos más comprometidos con nosotros mismos.

  • Construimos a su vez una mayor conciencia social.

“Mirar directamente a los ojos abre la puerta de acceso a la empatía” -Daniel Goleman-
2. Competencias de la Inteligencia Emocional en el trabajo

El paradigma del trabajo está cambiando. Realidades, ya tan cercanas como la “Gig economy“ o la perspectiva de unos trabajos más automatizados o desempeñados por máquinas o robots, hacen que los expertos en este campo nos adviertan de algo muy concreto: en el futuro los conocimientos técnicos no se valorarán, sino que se priorizarán las habilidades personales. De ahí que competencias, como la creatividad, el pensamiento crítico, el ingenio y la Inteligencia Emocional, sean piezas clave para un mundo laboral más automatizado. Un ámbito para el que los trabajadores deben ser buenos en partes del curriculum que hasta ahora no se tenían demasiado en cuenta, como la Inteligencia emocional. Desde la Inteligencia Emocional aplicada la trabajo nos proponen desarrollar las siguientes competencias:


Autoconciencia

  • Conciencia emocional: saber reconocer nuestras emociones y las emociones ajenas en todo momento.

  • Autoevaluación emocional: saber reconocer nuestras fortalezas y limitaciones.

  • Autoconfianza.

Autorregulación

  • Autocontrol: la capacidad para mantener el control en situaciones críticas.

  • Confiabilidad: la importancia de ser honestos e íntegros.

  • Adaptabilidad: flexibilidad para asumir el cambio.

  • Innovación: la importancia de aceptar y ser promotor de nuevas ideas y enfoques.

Motivación

  • Orientación al logro para conseguir la excelencia.

  • Compromiso para ser parte de los objetivos de la organización.

  • Iniciativa y anticipación.

  • Optimismo y persistencia.

Inteligencia emocional como “combustible” en la educación de los niños

La Inteligencia Emocional es una llave de poder con la cual, desarrollar en los niños su capacidad para construir relaciones más positivas con su familia y sus iguales, para desarrollar una perspectiva más equilibrada de la vida, y para alcanzar a su vez un buen potencial académico en la escuela. Al fin y al cabo, poder gestionar y entender el propio mundo emocional supone tener a mano un canalizador excepcional para el aprendizaje, la atención, la memoria, para controlar la frustración…


“La capacidad de expresar los propios sentimientos constituye una habilidad social fundamental”-Daniel Goleman-

Por otro lado, algo interesante que advirtió el célebre médico del siglo XIX William Osler, es que los niños hacen de sus emociones su primer lenguaje, es así como entienden el mundo, así como se comunican, demandan, expresan, interactúan y exploran, y así como empiezan a desarrollar su conciencia. Debemos ser por tanto sus guías, sus mediadores y los traductores de esos laberintos emocionales que a instantes los arrinconan en la esquina de la indefensión o en el cubículo de esa frustración que en ocasiones, arrastran hasta la edad adulta. Desde la Inteligencia Emocional nos aportan estas claves básicas y vertebradoras que deberían formar parte de ese sustrato cotidiano donde se mueve el niño en su día a día. Son semillas de poder y de bienestar que deberíamos sembrar en sus mentes y corazones:


  • Identificación de las propias emociones. Los niños deben aprender de forma temprana a reconocer y discriminar cada una de sus emociones, etiquetarlas y ponerles nombre.

  • Gestión del estado emocional. A medida que un pequeño va creciendo y madurando debe adquirir adecuadas competencias a la hora manejar y controlar sus emociones.

  • Automotivación. Otra estrategia sensacional es la de poder canalizar sus emociones hacia un objetivo puntual, en un motivación cotidiana que lo lleve a alcanzar sus objetivos, sus deseos.

  • Empatía. La importancia de reconocer los sentimientos de los demás y sintonizar con sus señales verbales y no verbales es clave en la Inteligencia Emocional.

Por último, una estrategia esencial en la educación de nuestros niños es potenciar en ellos el adecuado manejo de la interacción interpersonal, ahí donde la asertividad y las habilidades sociales para negociar y resolver conflictos, le ofrecerán sin duda adecuadas fortalezas en su día a día.

Para concluir, tal y como hemos podido ver, el campo de la Inteligencia Emocional enlaza, nutre y revitaliza cada área de nuestra vida. Hagamos de ella nuestro combustible, el viento con el impulsar las velas de nuestra vida en estos mares complejos y cambiantes.

Fuente: Psic. Valeria Savater Redacción: Elvis Santiago Ochoa Fotos: Internet / Archivo


Referencias bibliografícas:

-Daniel Goleman (2010) “La práctica de la Inteligencia Emocional”. Barcelona: Kairós

-Daniel Goleman (2002) “The new leaders: transforming the art of leadership”. Nueva York: Warner Books

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