Así se vivieron los siete minutos de terror de la misión de la NASA.
El rover Perseverance de la NASA aterriza -aunque quizá el término más correcto sería 'amartizar'- hoy jueves 18 de febrero en Marte, después de un viaje de 470,7 millones de kilómetros que comenzó el 20 de julio de 2020, con el lanzamiento de la misión espacial Mars 2020 en Cabo Cañaveral. Su cometido será estudiar la composición geológica de Marte, su meteorología y también, por primera vez, rastrear posibles señales de vida pretérita en otro planeta y la existencia de vida microbiana actual. En este año 2021 llegan también a Marte misiones de China y los Emiratos Árabes Unidos, pero esta será la misión más compleja de la Agencia Espacial de Estados Unidos. En el fondo de la operación está una posible colonización humana de Marte.
La Misión Mars 2020 lleva a Marte un 'equipo' de vehiculos, equipados por supuesto con sofisticadísimo material. La 'estrella' es el vehículo -rover- Perseverance. Del tamaño de un pequeño monovolumen -pesa en torno a una tonelada y mide tres metros- y el más grande dispositivo enviado a Marte. Está acompañado de un helicóptero dron, el Ingenuity. que será el primer artefacto humano en sobrevolar otro planeta.
La tecnología disponible aún no permite presenciar el descenso directamente desde la Tierra. La NASA ha detallado que el Perseverance acometerá el descenso dentro de una carcasa. Al alcanzarse la altura precisa, un paracaídas se desplegará desde la caja protectora, desprendiéndose su parte inferior y permaneciendo la superior unida al Rover Perseverance, para acompañarle hasta la superficie.
El lugar elegido, el cráter Jezero, es un lugar complicado para tomar tierra, pero es el que ofrece mejores condiciones para cumplir los objetivos de la misión. Curiosamente, el lugar de aterrizaje ha sido llamado por la NASA Timanfaya, nombre del parque nacional volcánico de la isla canaria de Lanzarote.
Allí llegará, si todo va bien, el Perseverance tras los 'Siete Minutos de Terror': el plazo en que el vehículo entra en la atmósfera marciana, a 20.000 kilómetros por hora, y la toma de tierra, prácticamente estática. En ese plazo no se le pueden enviar instrucciones al vehículo desde la Tierra: todo está automatizado, y todo debe funcionar a la perfección, tanto los radares como los dispositivos pirotécnicos. Además de la deceleración, la carcasa debe aguantar temperaturas próximas a los 2.500 grados.
Cuando el paracaídas se despliegue la nave aún estará a más de 11.000 metros de la superficie. Se desprenderá cuando esté a unos 2.000 metros. Entonces entrarán en acción los retrocohetes para amortiguar el descenso. Una vez asegurado, la carcasa hará bajar al suelo la nave mediante cables.
Fuente: Marca.com
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